Historiador y ministro advierte: «La élite tiene dos candidatos de ascendencia árabe, ambos representan intereses oligárquicos»

Recientemente, una controversia estalló en la plataforma X tras un comentario del influencer afín al Partido Libre, Carlos Lagos, quien afirmó que «Un turco nunca ha encendido un fogón; un turco no sabe qué es moler especias, ‘echar’ tortillas; un turco no sabe qué es ser pueblo».
El comentario provocó reacciones de políticos de ascendencia árabe, como Alia Kafati y Rashid Mejía Giannini, ambos candidatos a diputados por el Partido Liberal.
«Mi familia lleva más de 100 años en este país, por ende, me hace más hondureña que las baleadas. Jamás he ido a Palestina, mi pasaporte es hondureño. No hablo una sola palabra árabe y mi comida favorita son los plátanos maduros», respondió Alia Kafati.
Por su parte, Mejía Giannini replicó de manera más fuerte: «Estos tienen las fauces trabadas de ignorancia. ‘Turco’ proviene de Turquía. Normal, un socialista resentido, siendo racista y clasista».
Además, Mejía Giannini añadió: «La migración de árabes, palestinos y judíos en Honduras, data desde 1900. Todos esos que tenemos ascendencia árabe, somos 2, 3 y 4 generación, es decir, todos nacidos en Honduras. Odian a los árabes y palestinos, pero se ponen la Kufiya y gritan ‘Palestina Libre'».
Sin embargo, el historiador y ministro José Carlos Cardona corrigió a Mejía Giannini, explicando que «‘Turco’ viene del Imperio Turco-Otomano, porque con ese pasaporte vinieron los migrantes palestinos (pocos o casi ninguno de la actual Turquía, que no existía porque como dije, era un imperio mucho más grande antes de 1914)».
Cardona agregó: «Además, nadie se refiere a vos, que sos un turco aguacatero y accidental, se refieren a los que sí se han adueñado del país. Y usamos la kufiya en solidaridad con Palestina, solidaridad que vos y un montón de burgueses aspiracionales con apellido árabe no conocen».
En una publicación anterior, Cardona había señalado que «El establishment (la élite) tiene 2 candidatos de ascendencia árabe, ambos representan intereses oligárquicos», en referencia a los candidatos Nasry Asfura y Salvador Nasralla, del Partido Nacional y Liberal, respectivamente.
Asimismo, Cardona afirmó: «El pueblo, por su lado, tiene una candidata profesora y abogada de Talanga que se ha formado toda la vida sirviendo en lo público. Representa el interés común, es la única de los 3 que asume una postura de rescate de lo público convencida de que es lo que nos une. En noviembre se tendrá que elegir entre una Honduras gobernada por las élites económicas y otra en la que gobiernen los intereses de las mayorías».
Es relevante destacar que, en Honduras, familias de ascendencia árabe ejercen una influencia significativa en sectores clave de la economía, como la banca, la industria textil, la energía, los medios de comunicación, la construcción y la agricultura.
Esta influencia tiene sus raíces en el siglo XX, cuando inmigrantes árabes, principalmente palestinos, llegaron al país escapando de conflictos como la crisis del Imperio Otomano y la Primera Guerra Mundial. Aprovechando las reformas liberales de finales del siglo XIX, que promovieron la inversión extranjera, estas familias establecieron negocios que con el tiempo se transformaron en grandes conglomerados económicos.
Según estudios, como el de Resumen Latinoamericano (2018), familias como los Atala, Kafie, Canahuati, Facussé y Nasser controlan sectores estratégicos, incluyendo la banca (Grupo Ficohsa), la energía (Grupo Terra), los medios (Grupo OPSA) y la agroindustria (Corporación Dinant).
Se estima que un reducido grupo de familias, muchas de ascendencia árabe, domina hasta el 75% de la economía hondureña, consolidando su poder mediante inversiones, contratos con el Estado y redes políticas.
A pesar de representar solo el 3% de la población, la comunidad árabe-hondureña ha alcanzado esta influencia, lo que ha generado críticas por contribuir a la desigualdad en un país donde el 65% de la población vive en pobreza.