Historia y fotos desconocidas de Mario José Cálix y los Hernández García
Investigaciones y documentos judiciales revelaron que los Hernández y los Cálix no solo mantuvieron una relación política, sino también empresarial y de narcotráfico.
Las conexiones entre ambas familias se tejieron a través de los años, forjando alianzas que fueron más allá de lo público.
Documentos han expuesto cómo estas relaciones se extendieron al ámbito empresarial, con inversiones conjuntas y sociedades comerciales que presuntamente sirvieron como fachada para operaciones de lavado de dinero.
Además, el tráfico de drogas fue una actividad que ambos clanes gestionaron con una coordinación que evidenciaba una estructura criminal sofisticada.
Investigaciones de los medios revelaron que la exprimera dama, Ana García, quien manejaba las empresas de la familia Hernández, se asoció con Mario Leonel Cálix, hermano del narcotraficante extraditado Mario José Cálix, alias «Cubeta».
Los vínculos entre Ana García y Mario Leonel Cálix no fueron meramente sociales o políticos; se trataron de alianzas empresariales estratégicas.
Ana García, con su mano en el manejo de las finanzas familiares, encontró en Mario Leonel un socio clave para expandir sus negocios y proteger sus intereses, aprovechando la influencia y las redes ilícitas de su hermano «Cubeta».
Además, trascendió un cheque expedido por Ana García a favor de Mario José Cálix. Este cheque, que salió a la luz a través de investigaciones periodísticas, es una prueba tangible de las transacciones financieras que ocurrieron entre los miembros de ambas familias.
Este cheque no solo revela la relación directa entre García y Cálix, sino que también sugiere que las actividades financieras no se limitaban a lo legal, sino que incluían movimientos de capital vinculado presuntamente a operaciones ilícitas.
Diversas fotos hasta ahora desconocidas muestran a Mario José Cálix, Ana García, Juan Antonio «Tony» Hernández y Juan Orlando Hernández, en diferentes situaciones, lo que demuestra su cercanía.
Estas imágenes capturan momentos de aparente camaradería y confianza entre estas figuras.
Desde eventos sociales hasta reuniones que podrían interpretarse como privadas o políticas, las fotos revelan una red de contactos personales que sustentaban las alianzas criminales.
Aunque la historia criminal de Mario José Cálix, alias «Cubeta», aún no es del todo conocida, los procesos judiciales, especialmente el caso de Juan Antonio «Tony» Hernández, se dejó entrever la oscura trama en la que estaba involucrado el ex vicealcalde de Gracias, Lempira.
La narrativa judicial ha ido desentrañando una red de corrupción y delincuencia donde «Cubeta» desempeñó un papel central.
El juicio contra «Tony» Hernández ha aportado detalles cruciales sobre cómo operaba esta red, con «Cubeta» como uno de los hilos conductores de la trama, aprovechando su posición en el gobierno local para facilitar actividades ilegales.
«Cubeta», miembro de una destacada familia con influencias en el sistema judicial y el Congreso hondureño, comenzó sus actividades ilícitas alrededor del dos mil cinco.
Su ascenso en el mundo del crimen fue meteórico, apoyado por su linaje y las conexiones familiares.
Desde entonces, forjó alianzas con figuras notorias como Víctor Hugo Díaz Morales, alias «El Rojo», Juan Antonio «Tony» Hernández y otros personajes clave del occidente de Honduras, estableciendo una red que se extendía desde la política hasta el narcotráfico.
Cálix Hernández y sus cómplices colaboraron con socios en Colombia, Honduras, Guatemala y México, participando en la protección de cargamentos dentro de Honduras, a menudo con la complicidad de la Policía Nacional hondureña.
Esta colaboración internacional no solo facilitaba el tráfico de drogas sino que también aseguraba la impunidad de sus acciones dentro del país, explotando la corrupción dentro de las instituciones de seguridad.
Con el tiempo, Cálix Hernández se consolidó como la mano derecha de «El Rojo», mientras que su ciudad natal, Gracias, Lempira, también el lugar de origen de «Tony» Hernández, se transformó en un centro neurálgico de operaciones y reuniones de capos.
En esta ciudad, la influencia de Cálix fue palpable, con jóvenes locales siendo reclutados para actividades delictivas, muchos de los cuales terminaron víctimas de la violencia entre bandas rivales.
En Gracias, Lempira, la Finca El Capitán, propiedad de Mario José Cálix, se convirtió en un importante punto de encuentro. Esta finca no solo era un lugar de esparcimiento, sino uno de operaciones estratégicas.
Allí se celebraban reuniones cruciales y fiestas descontroladas que involucraban a numerosas jovencitas, mezclando el placer con el negocio.
A estas fiestas asistían figuras prominentes del bajo mundo, la política y el sector empresarial hondureño, entre ellos «El Rojo», Tony Hernández, Mario José Cálix y Rolando Sabillón, conocido como «Cebolla», dueño de la reconocida marca «Especias Don Julio».
Sin embargo, muchos de los asistentes a estas reuniones y fiestas permanecen en el anonimato.
Cálix Hernández destinó parte de sus ganancias ilícitas a la política, invirtiendo en las campañas del Partido Nacional y apoyando públicamente a su correligionario Juan Orlando Hernández en sus candidaturas presidenciales, incluyendo la polémica reelección presidencial de dos mil diecisiete.
Este apoyo financiero no solo compró influencia política sino que también garantizó protección y continuidad para sus actividades ilícitas.
Irónicamente, gran parte de lo que ahora se conoce sobre las actividades delictivas de Mario José Cálix proviene de las declaraciones de «Tony» Hernández, hermano del exmandatario.
Tras su arresto en dos mil dieciocho, Tony Hernández delató a su antiguo socio, revelando detalles sorprendentes sobre su participación en delitos internacionales y proporcionando una visión interna del funcionamiento de su imperio criminal.